Érase
una vez en un lejano reino donde nunca caía el sol, considerado el lugar con
más horas de sol de Europa y con unas temperaturas envidiables durante todo el
año, donde eran afortunados al disfrutar sin salir del reino de playas,
montañas, un desierto, bosques, castillos, cuevas, ríos, etc. Reino que a lo
largo de su historia, se convirtió en el hogar de diferentes civilizaciones
históricas, aportando las mismas su granito de arena con obras arquitectónicas
indestructibles. Vivían de lo que producían sus tierras y de lo que habitaba en
sus mares. Pero no todo era de color de rosa y tan maravilloso como lo pintaban
las crónicas históricas, ya que conforme pasaban los años se acrecentaban los
efectos de una terrible maldición que todos los domingos convertía a la capital
del reino en una ciudad fantasma y gris, donde sólo vivía el silencio, nadie se
atrevía a salir a la calle por las posibles consecuencias.
¿Cómo
intentar acabar con esta maldición? ¿Qué se podía hacer para poblar las calles
un domingo cualquiera? Nadie conseguía encontrar la solución, ya fuera temporal
o definitiva. Desde no hace muchos años se propuso que para darle algo de vida
a los domingos y para al mismo tiempo celebrar el día de la mujer trabajadora,
se celebraría una carrera por las calles principales de la capital del reino en las
que los requisitos indispensables eran: llevar atuendo deportivo llamativo y
colorido, ganas de pasarlo bien y disfrutar, tener capacidad de lucha y
superación y ser mujer, aunque este último requisito cambió este año y por
primera vez la podían correr también hombres.
Este
año se presentaron a esta carrera muchas guerreras y guerreros procedentes de
distintos puntos del reino y de tierras aún más lejanas que la nuestra para
conseguir romper la maldición aunque fuera sólo por unas horas. Algunos de
ellos llegaban al punto de encuentro y de la salida a las 10 de la mañana, ya
que sus pequeños y pequeñas comenzaban su particular batalla para acabar con
ese hechizo, lo estaban consiguiendo puesto que el lugar se encontraba muy
concurrido. Mientras poco a poco iban llegando los/as demás combatientes,
algunos/as lo hacían solos/as y otros/as lo hacían formando escuadrones
completamente uniformados. Yo estaba en uno de ellos junto con unas 6
compañeras más (Encarni, Bianca, Mari Gracia, Silvia C., Gema y Silvia F.) que
también iban a correr en este día, pero no estábamos solas ya que teníamos el
apoyo incondicional de otros/as compañeros/as como Tibi, Loredana y Antonio, presentes allí
pero que no corrían, sin olvidar los ánimos de muchos/as de los
componentes de Psicofitness vía mensajes de Whatsapp. Creo que no todas
llegábamos en el mismo estado (físico y/o psicológico) a la carrera: había quien no había dormido en toda
la noche y la que había dormido sólo unas horas (ambas por temas laborales) y
quienes venían de lesiones o con bajón físico y/o anímico, a pesar de ello,
todas estábamos preparadas para correr y acabar con la maldición de los
domingos por unas horas, junto a nosotras, cerca de 1500 personas entre hombres
y mujeres de diferentes edades, razas y con diferentes objetivos e historias de
superación, lo que nos hacía a todos iguales esa mañana era el hecho de
disfrutar corriendo juntos por una causa solidaria, al mismo tiempo que se le daba algo de “vidilla” a
la ciudad, independientemente del sexo, la edad y de otras cosas, sin olvidar a
los voluntarios y voluntarias que ayudaron a que se pudiera celebrar esta
carrera, una figura que muchas veces olvidamos y cuya labor es indispensable
para que se puedan celebrar este tipo de pruebas y lo dice una servidora, que
durante unos años estaba en el otro lado y disfrutaba las carreras y otros
eventos deportivos desde otra perspectiva.
Antes
de la carrera: saludé a una guerrera más, llamada Esther, compañera de clase hace
unos años y ahora una runner más con la que ya he coincidido en varias
carreras, pasé el tiempo de espera (a que llegaran las compañeras) con Tibi y
Loredana, además hubo pequeña sesión fotográfica previa a la carrera a la que
faltó Silvia C. por problemas logísticos y luego tocó el calentamiento.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhB551-xFKZ9xQ_VAc0KCzbn80yApgR9sec_1DmumDHi91tEPCl3ycl8LafMq32e8YWSEAMGYWg__QflwxckYL4BBBjuRSLHLBkPLgSBJr26Ndh85UFZ2DtI-pEDc5AABexysAo_kJevard/s320/3.V+Carrera+Solidaria+de+la+Mujer+Almer%25C3%25ADa+12+marzo+de+2017+%252831%2529.jpg)
A
las 11:15 horas del domingo 12 de marzo de 2017 se daba la salida y con ella,
poco a poco se iban llenando de color y de alegría las calles pero no por el
público que era escaso (¡es una lástima!) sino por todas las personas que
estábamos allí corriendo, soñando y viviendo. Impresionaba ver a lo lejos esa
marea de color que inundaba las vías principales de la ciudad. Durante casi
todo el tiempo que estuve corriendo, lo hice junto a Gema y Silvia C. que
fueron un apoyo para mí y creo que yo para ellas, pero sin duda hubo otros
momentos con los que también me quedo: los ánimos de Tibi, Loredana y Antonio
durante la carrera, los de las demás compañeras que al terminar la carrera,
estaban esperando en meta a que llegáramos las que aún estábamos corriendo, eso
es compañerismo y verdadero espíritu de equipo, el reencuentro de “Las
Supernenas” (Silvia C., Tibi y yo) en una carrera y las caras de alegría,
esfuerzo y superación de todos y cada uno de los que cruzaron la línea de meta
ese día. El 12 de marzo ganó todo aquel estaba corriendo y/o animando en la
calle, acabando momentáneamente con el hechizo que convertía Almería capital en
una ciudad fantasma, todas esas personas se merecen el podio.
Puedo
decir que una vez más vuelvo a estar entre esas 1500 personas que aproximadamente
pusieron un toque de color y de alegría, que llenaron de historias de
superación, de lucha y de esfuerzo las arterias principales de Almería capital
y acabaron con el silencio que reina todos los domingos en sus calles durante
el tiempo que transcurrió desde que salió el/la primer/a corredor/a y cruzó la
línea de meta el/la último/a, una vez finalizada, la ciudad volvía a su triste
realidad de los domingos.
Hay
que disfrutar, salir a la calle, ya sea a pasear o a correr, explorar rincones
de la ciudad o respirar la calma de la naturaleza, elijas lo que elijas, acertarás y ganarás mucho más de lo que tú crees, así que continúa corriendo,
soñando y… viviendo.
Más fotos en el Facebook de Corriendo, soñando y viviendo
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